martes, 2 de febrero de 2016

El lector del tren de las 6.27, de Jean-Paul Didierlaurent

Una vez al año, en el equinoccio de primavera, hago inventario. Porque sí, solo para ver y comprobar que nunca cambian nada.


Portada del libro "El lector del tren de las 6.27", de Jean-Paul Didierlaurent

Editorial: Seix Barral

Fecha de publicación: 2015

Páginas: 200

ISBN: 978-84-322-2464-5

Precio: 17,5€ rústica / 7,95€ ed. bolsillo / 9,49 e-book



SINOPSIS
Guibrando Viñol es el encargado de supervisar una máquina trituradora de libros. A veces rescata de las entrañas de la máquina algunas páginas que luego lee en voz alta en el tren que lo lleva al trabajo. Un día, por azar, encuentra una lectura distinta que lo enganchará tanto que cambiará su monotonía.


AUTOR
Jean-Paul Didierlaurent nace en Les Vosges en 1962. Sus relatos han sido galardonados en dos ocasiones con el Premio Hemingway. El lector del tren de las 6.27 es su primera novela.


TRAS LA LECTURA
Leí en algunas reseñas que este libro tenía un aire a Amelié, y eso son palabras mayores para mi, así que me embarqué en su lectura con la esperanza de leer ese aire naïf en los personajes que tanto me gusta.

Nos encontramos ante una novela corta, con capítulos breves, que hacen que la lectura fluya de uno a otro casi sin que de tiempo a que nos aburramos del todo. ¿Hay momentos aburridos? Tengo que decir que no, pero sí que hay pasajes que se acercan peligrosamente. El principio del libro es algo tedioso. Diría que  no es un buen primer capítulo. No por un uso del lenguaje recargado, sino más bien porque no logra enganchar lo suficiente, no despierta un gran interés.

La magia viene cuando ese lector hace honor a su nombre y obra el milagro de las 6.27. Cuando lee en ese tren y se forma esa atmósfera casi mágica que es muy divertida y emocionante de imaginar. A partir de ahí, todo viene algo más rodado. Incluso los capítulos en que el protagonista habla del día a día en su apartamento con su pez no son tan malos.

Me falta algo de pegada en el personaje del guarda de seguridad, ese extravagante señor que habla con versos alejandrinos. Sin embargo, me han gustado mucho las ancianas que le piden una visita, y el viejo italiano que busca lo que perdió con tanto dolor en el trabajo.

Hay agridulces, pero con más dulce que agrio en esta lectura. El ambiente naïf está, pero no tanto como esperaba o me hubiera gustado. Incluso el protagonista, con ese nombre que se supone que busca un chiste y (lo siento por el traductor pero no he conseguido pillarlo), tiene sus luces y sus sombras. No me ha terminado de parecer protagonista, no me ha terminado de enganchar y de hacer que me ponga de su parte. Si he querido que las cosas le fueran bien era por los secundarios que le ayudaban, por Giusseppe, por conocer a Julia a la par que él lo hacía.

Los trozos del diario de Julia eclipsan mucho la historia de la máquina de triturar libros y del protagonista. Tanto que, una vez que aparecen, el trabajo del personaje pierde relevancia y sólo queremos saber más de Julia (estoy pensando que quizás es la verdadera protagonista camuflada), de su día a día, de sus "tialogismos", su modo de ver la vida y comprender a las personas a través de su trabajo. Ella es la Ameliè de esta historia.

¿Es una lectura recomendable? Es un libro que consigue dejar un buen sabor de boca final, una sonrisa y un estado de ánimo optimista. Si fuese una película sería una comedia ligera con unos cuantos buenos personajes que caen bien por su ingenuidad, sus excentricidades y su aire soñador. Personalmente y, aunque haya pasajes que no me han gustado tanto, sí que recomendaría la lectura de esta novela que tiene un título tan peculiar.

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