martes, 27 de enero de 2015

El velero rojo, de Aleksandr Grin

En el curso de un día, el hombre tiene innumerables pensamientos, contempla imágenes pintorescas y pronuncia muchas palabras, tantas como las que contiene un libro voluminoso. Grey intentaba en vano descifrar qué libro había sido el de aquel día.


Portada de "El velero rojo", de Alexandr Grin
Editorial: Sm (Colección "El barco de vapor")

Fecha de publicación: 1989

Páginas: 128

Precio: Sólo lo he visto de 2ª mano. Los precios varían entre 3€ y 6€

ISBN: 978-8434812666



SINOPSIS
La pequeña Assol persigue un día un velero de juguete a través del río. Entonces encuentra a un recopilador de canciones, que le dice que dentro de unos años un barco de velas rojas traerá a un príncipe que la llevará hasta su reino y la hará feliz. Desde entonces Assol espera cada día la llegada de ese velero rojo.


AUTOR
Aleksandr Grin (1880-1932) fue un escritor ruso muy reconocido que creo grandes obras del neorromanticismo. Algunas de sus obras son: Velas rojas, Surcando las olas, El camino a ninguna parte y La lámpara verde.


TRAS LA LECTURA
El velero rojo es un libro de personajes y lleno de sueños. No es de fantasía, de grandes efectos ni grandes aventuras. Su historia está más bien pegada al realismo, al día a día, a algo muy reconocible. Es algo que podemos imaginar que bien pudo pasar.

Tiene un aire a cuento de los antiguos, en los que los personajes principales sufren de dificultades (Assol es pobre y huérfana de madre, además de marginada por los habitantes de su pueblo) pero a pesar de hecho consiguen encontrar su sitio en el mundo.

El mensaje que transmite El velero rojo es muy claro: tenemos que creer en nosotros mismos a pesar de todo, aunque desde fueran nos hagan creer que estamos locos. El tener un sueño y creer en él de corazón es fundamental para que ese sueño pueda cumplirse alguna vez. Además, está el hecho de que los sueños que tenemos de niños, no tienen por qué quedar en la infancia. Assol tiene una esperanza desde pequeña y aguanta burlas durante años por seguir fiel a su creencia. Incluso cuando ya cualquiera se habría rendido, ella sigue creyendo, ya quizás más por la fuerza de la rutina que de la esperanza, pero aún con un poco de fe en sí misma, en su padre y en el destino.

El libro tiene cierto vocabulario de barcos que quizás puede parecer difícil para los jóvenes, pero no es tanto como para dificultar la lectura y, además, es una oportunidad para ampliar vocabulario. El estilo es sencillo y nada recargado, llevándonos por la historia a través de la narración y de diálogos, pocos pero esenciales, que dan voz y matices a unos personajes que quedan dibujados desde su infancia hasta el tiempo actual en el libro con mucha habilidad, introduciéndolos en el momento justo en el que serán necesarios para la historia.

¿Recomendable? Este libro es algo difícil de conseguir (yo lo adquirí de segunda mano), pero sin duda merece la pena. La historia es preciosa y los valores que transmite son muy positivos. Creo que puede gustar bastante a los lectores jóvenes (y, por qué no, a los adultos).

sábado, 10 de enero de 2015

Calabazas en el trastero: Entierros, de VVAA

Lo primero que percibí fue el olor. Un olor a humedad, a podredumbre, a musgo y a cerrado. Y de fondo, un matiz dulzón, que aunque suave al principio, luego acababa incrustándose en tu potuitaria y ocultando a los demás.


Portada del libro "Calabazas en el trastero: Entierros", de VVAA
Editorial: Saco de Huesos
 
Fecha de publicación: 12/2008 
 
Páginas: 144
 
Precio: 7€ (en papel, 6€ con suscripción)
           2€ (en ebook)

 
¿Dónde conseguirlo? En la web de la editorial y en Amazon



SOBRE CALABAZAS EN EL TRASTERO
Calabazas en el trastero, más que una revista es una antología periódica de relatos, con una periodicidad de cuatro meses. Los relatos están enclavados en el género fosco.
Se hace una convocatoria abierta por parte de la editorial Saco de Huesos y la asociación cultural La Biblioteca Fosca, en la que se propone una temática. Una vez cerrado el plazo de recepción de textos, el jurado elige a los 13 que deben componer la antología. Cuando cada número se pone a la venta, sus lectores están invitados a votar en el llamado premio Nosferatu, el premio al que consideran el mejor relato de la antología.
Ha recibido el premio Ignotus a la mejor revista en 2010 y en 2012.



TRAS LA LECTURA
El prólogo, de Juan José Castillo, la verdad es que consigue inquietar. Se dirige directamente al lector y casi le obliga a mirar y a pensar sobre lo más truculento de los enterramientos. Nos deja cierto desasosiego al hacernos pensar que, al contrario de lo que pueda parecer, un enterramiento es algo demasiado cercano. Es una buena presentación para la antología, una buena forma de prepararnos para lo que viene.


El tratado de Michael Ranft (Miguel Puente Molins) cuenta en primera persona la incursión de dos chicos en el cementerio, uno en busca de una leyenda, el otro buscando reírse de la credulidad de su amigo. Poco a poco y mezclando muy hábilmente la motivación que lleva a los chicos a su aventura, con la acción que ocurre en el cementerio, consigue crear una atmósfera inquietante que llega a su máxima expresión en la parte final del relato. Muy buen comienzo para la antología.

Certificado de defunción (Manuel Osuna) narra la historia de Alfredo, un trabajador de una funeraria, con un trabajo que cumplir en un día lleno de inclemencias meteorológicas. Aunque se hace previsible en algún momento, el relato consigue tener momentos de inquietud y de humor negro que se agradecen.

De cómo el señor alcalde acude al debate nocturno de Buddy, "el Enterrador" (Juan de Dios Garduño) es un relato que me ha sorprendido. De corta extensión y en un tono distendido, me ha engañado con su título y, justo cuando pensaba que iba a pasar algo, me he encontrado con un final sorpresivo y simpático.

Todo es empezar (Pedro Escudero Zumel) trata sobre el primer día de trabajo de un joven enterrador. Contado en primera persona, el relato discurre con fluidez de la mano de Antonio, el peculiar compañero de trabajo del nuevo, que se encarga de mostrarle los entresijos de la profesión en un primer día que termina siendo un poco surrealista. Muy bueno el personaje de Antonio. Este relato se llevó el premio honorífico Nosferatu.

La procesión de las plañideras (Jorge Mulero Solano) es un relato corto de los que encierran detrás más de lo que cuentan. La escena que representa y los fragmentos que se nos dan, nos hacen ver todo lo que guardan esas plañideras en su interior. No he terminado de conectar con esta historia, pero sí que está bien narrada y llena de imágenes inquietantes.

El cruce de la música (Francisco Jesús Franco) es de mis preferidos. Me ha sorprendido mucho este relato narrado desde el punto de vista de un secuestrador perturbado, que destila humor negro de principio a fin. En cuanto lo empiezas, sencillamente tienes que terminarlo de un tirón, consigue enganchar con la mezcla del carisma del narrador (que a ratos sorprende, a ratos lo odias) y los detalles morbosos que va rebelando poco a poco. Muy bueno.

Cosecha de huesos (José María Tamparillas) es uno de los más largos. El autor sabe llenar muy bien cada escenario con unas descripciones que funcionan y ayudan a visualizar cada detalle. La historia transcurre con intriga hasta un final quizás esperado en algunos momentos, pero no por ello menos bueno.

No somos nada (Laura Luna Sánchez) es casi una carta de despedida de un ser querido, de alguien que estuvo ahí y ahora está en un ataúd, rodeado de conocidos y lágrimas. Este relato es un buen ejercicio crítico sobre los entierros y el comportamiento humano en tales ocasiones, donde quizás el personaje que hace de narradora queda difuminada precisamente por sus propias reflexiones críticas.

Moroaica (Juan José Hidalgo Díaz) es también de mis favoritos. Va in crescendo poco a poco, a medida que descubrimos más cosas junto a su protagonista, hasta llegar a un final que... vale, el final no me ha gustado tanto, quizás tendría que haber acabado un poco antes. Pero aún así la historia es tan buena y fluye hacia arriba tan bien, que me ha ganado. Tiene además varias escenas muy potentes que se quedan grabadas.

...Y evitar los malos pensamientos (Manuel Mije) es una historia muy curiosa, que engarza bien el tema del efecto mariposa. Una vez leído hasta el final, me ha parecido un cuento bonito (no lo he encontrado truculento), muy original y que se presta bien a una segunda lectura.

Una tumba vacía (Juan Ángel Laguna Edroso) tiene a un niño como protagonista y de su mano vamos a hurtadillas a conocer a ese siniestro enterrador. Tiene buenas descripciones, sobre todo en lo que respecta al siniestro enterrador, y fluye hacia el final jugando con el lector para, una vez allí dar un giro que, al menos a mí, me ha pillado por sorpresa

Y llorarán por tí (José Ignacio Becerril Polo) habla sobre ese miedo de mucha gente a ser enterrados vivos. Transmite angustia y tienes curiosidad por saber cómo va a acabar todo. Conforme leía, esperaba menos de este relato, creía que no podía sorprenderme, pero su final es bastante curioso y me ha dejado satisfecho.

Es mi trabajo (Sergio Mars) nos presenta a un sepulturero en plena faena. Tiene mucha originalidad y está narrado de forma que se dibuja cada escenario y situación perfectamente en la cabeza. Consigue acercarnos el enterramiento desde otro punto de vista.

En definitiva, una antología que me ha sorprendido gratamente, ya que se mantiene un buen nivel en los relatos (obviamente hay algunos que gustan más que otros, pero ninguno desentona), y a la vez hay diversidad que, en trece historias que versan sobre una temática que a priori parece tan limitada como «Entierros», ya es todo un logro.